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Destino... (El ocaso de Un Héroe)
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Destino... (El ocaso de Un Héroe)
Bueno, pues aquí les dejo un nuevo proyectito en el que he estado trabajando (no es un fanfic, es una historia original, pero no se me ocurrió mejor lugar para subirlo), me gustaría compartirlo con ustedes, y ya saben, si lo leen, por lo menos dejenme una respuesta de qué les pareció ^^
Ese fue solo el primer capítulo.. posteriormente estaré subiendo el segundo en forma de respuesta a éste tema, nos vemos...
- Spoiler:
- Capitulo 1: El comienzo de todo…
-¿Estás listo para enfrentarte aquí y ahora a tu destino?... Eres sólo un niño, tu peor error fue haber venido hacia mí… ¡¡¡SOLO!!! Jajaja-
-No… no, no ¡NO!- El extraño ser se acercaba hacia el chico de una manera violenta, buscando asesinarlo, mientras él solo derramaba una lágrima, gritando y rogando por su vida.-
El chico llamado Jeezad, de unos 15 años de edad se levantó estrepitosamente de la cama. Parecía que hubiera tenido un mal sueño. –Maldición, esa voz se escuchaba tan real, mi cuerpo pesaba y me dolían las extremidades… tal parece que… tendré que dejar de tomar tanto refresco antes de dormir. Ya es tarde, parece que no podré volver a la cama.
Jeezad corrió las persianas de su habitación, los rayos del Sol iluminaron hasta el último rincón del lugar, dejando apreciar mejor al chico. Era un joven alto, de 1.80 aproximadamente, cabello oscuro no muy largo, ojos cafés de un tono mas bien oscuro y una mirada perdida como si nada en la vida le interesara a parte de dormir. Fue hasta el cuarto de baño y se quitó lentamente el pijama gris que llevaba puesta, se metió a la ducha y comenzó a tararear una canción de un famoso programa infantil que daban en la televisión a esa hora, mientras comenzaba a tomar el baño matutino al que estaba acostumbrado.
Al terminar de ducharse, vestirse y arreglarse, fue directamente hasta su cocina, abrió el refrigerador, y mirando con desprecio el interior, solo susurró –Diablos…- y volvió a cerrarlo sin sacar nada. –Supongo que de nuevo compraré algo en el camino- Tomó las llaves de su casa y las metió en un pequeño morral que llevaba a la cintura.
Saliendo de su casa, comenzó a caminar un poco y entró en la tienda más cercana que encontró, para momentos después salir con solo un paquete de galletas. Caminando lentamente por la acera mientras comía sin ninguna preocupación sus galletas, mirando hacia el cielo sin ninguna preocupación aparente. Al terminarse la última galleta, volvió la mirada hacia la tierra, lo primero que vio fue la carretera, y un pequeño parque cruzándola.
-Vaya, al fin llegué- Cruzó rápidamente el camino y se recostó en una de las bancas que había en la entrada del parque, poniendo sus manos sobre el pecho, mirando perdidamente hacia el cielo, como si estuviera buscando una respuesta a la pregunta que ni siquiera el mismo conocía…
-Ehm, disculpa, pero creo que estás ocupando mi asiento especial- Dijo de repente un chico, en un tono bravucón y amenazante. Jeezad se levantó de un solo movimiento y exclamó: -Debe haber como un millón de bancas en todo el parque, ¿por qué precisamente tienes que venir a molestarme a mí en éste lugar?- Sus miradas se cruzaron, quedaron observándose algunos instantes, se miraron fijo y, levantando los puños al mismo tiempo, estrecharon fuertemente la mano del otro.
-Jeezad, hermano, tenía tiempo sin saber de ti, ¿Cómo has estado?- Preguntó entusiasmado el chico que recién había llegado; tal parecía que conocía a Jeezad desde hace mucho.
-¡Rahz! (el cual era el nombre del amigo de Jeezad) tienes razón, hace mucho que no te veía… ¿cómo he estado? Realmente no me puedo quejar, mis padres están de viaje de nuevo, por lo que tengo unas cuantas semanas viviendo solo en mi casa, pero cuéntame qué es lo que tú has hecho.
-¡Bleh! Nada interesante, tú sabes; escuela, trabajo, entrenamientos… Tenía meses sin saber nada del mundo exterior, y hoy decidí darme un tiempo libre, y que coincidencia que tú hayas sido al primero que vero después de todo éste tiempo. Justo ahora llevo un poco de prisa, mi entrenamiento está por comenzar y voy retardado- dijo Rahz preparándose para partir, un poco incomodo con el hecho de no poder quedarse más tiempo con su amigo
-De acuerdo- respondió Jeezad, se le veía una pequeña sonrisa dibujada en el rostro, mientras tomaba asiento de nuevo –entonces me pasaré un día de estos por tu casa, me alegra haberte visto de nuevo después de todo éste tiempo-
Ambos amigos se despidieron; Rahz se fue un poco apresurado, mientras que Jeezad se acomodaba en su asiento y comenzaba a hundirse en sus pensamientos, pero instantes después llegó un viejecillo, su repentina entrada, y el hecho de que vestía una túnica oscura que le cubría todo el cuerpo, dejando ver solo sus mejillas y labios, le daban un aire un tanto tenebroso. Abrió un poco la boca, de entre los labios dejó escapar una voz chillona y penetrante, y con un tono suave, bajo, pero misterioso, susurró: -Así que quieres poder para proteger a las personas que son importantes para ti…-
-¿Qué? ¿Pero de qué está hablando usted? Anciano loco- Jeezad se sorprendió en un principio, ya que recordó repentinamente el sueño que había tenido la noche anterior, pero luego volvió en sí, bajó la mirada, y con un tono de tristeza y melancolía susurró: -yo no tengo a nadie a quien proteger, siempre he estado solo, no hay nadie realmente cercano a mí, ni siquiera mis padres…- su mirada se perdió, su expresión se volvió aún más triste.
-Ese chico que se acaba de ir, ¿No quieres protegerlo?... Hay demasiadas personas a las que tienes que proteger, y tendrás posiblemente incluso el poder de cambiar al mundo… Por tu mirada puedo deducir que eres débil… ya no queda mucho tiempo, ¿Quieres el poder, o no?- El anciano metió ambas manos en su túnica, el chico sólo lo miraba anonadado.
Jeezad se levantó, se quedó pensando, se dio la vuelta y dijo, con un tono aún más escaso que el anterior –Incluso si tuviera el poder, no tengo a nadie a quién proteger… Incluso si yo quisiera su poder, no sabría como usarlo; Soy un completo inútil, estoy solo. Rahz es más fuerte y capaz, él podría cuidarse solo.- Comenzó a andar, yéndose del lugar a pasos notablemente lentos, dejó escapar un sutil llanto en forma de tan sólo dos o tres lágrimas.
Pero a no mucho andar, encontró en el suelo un dispositivo electrónico, aparentemente un celular, pero no lo era. Era un rectángulo, no muy grande, de color rojo, con una pantalla y unos cuantos botones. A Jeezad le llamó la atención, y, secando sus lágrimas lo levantó y lo examinó: sabía que de alguna extraña manera, eso le pertenecía al señor recién llegado
-Ese aparato no es el “poder” del que te he estado hablando, pero te ayudará un poco a ser más fuerte. El poder verdadero viene de tu corazón, despiértalo y tendrás, como dije, el poder para incluso cambiar al mundo, pero no es fácil, tendrás cientos de dificultades. Yo te ayudaré, pero dime, ¿realmente estás dispuesto?- De la túnica del viejo se dejó apreciar una sonrisa macabra, mientras Jeezad sostenía el artefacto, pensando detenidamente su respuesta...
Ese fue solo el primer capítulo.. posteriormente estaré subiendo el segundo en forma de respuesta a éste tema, nos vemos...
Kamijou D. Tala- The Hero Without a Name
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