Aquí estoy...

Aquí estoy, de nuevo en el bar, mi barba demuestra que hace semanas que no me interesa ya ni verme bien. Azoto la sexta botella vacía contra la mesa, y el cantinero, mientras se acerca para llevársela, me dice –Has bebido más de lo común, hijo. ¿Qué tienes?-

De la bolsa de mi chaqueta saqué un cigarrillo, y mientras el cantinero me ofrecía fuego le respondí: -¿Alguna vez la realidad ha defraudado completamente sus expectativas?-

-Hijo, estamos en México, esas cosas pasan a diario aquí…- el anciano sabía que esas bromas de mal gusto ayudaban a hacerme sentir solo un poco mejor. Guardó su encendedor, se llevo las botellas y continuó –La mayoría de veces la vida no es color de rosa, el karma sabe que tipo de pruebas poner, dependiendo de las capacidades de diferentes personas.-

No le di ninguna respuesta. Al terminar mi cigarrillo boté la colilla al suelo y tomé un mondadientes de los que había sobre la mesa, poniéndolo sobre mis labios. Entonces comencé mi historia…

-Hace dos años comencé a salir con una mujer, no era miss universo, tampoco era lo que yo tenía en mente acerca de mi mujer ideal, pero me enamoré de ella casi desde el día que la conocí. No nos veíamos muy a menudo, pero hacíamos de todo… ella siempre mostró preocupación acerca de nuestro futuro incierto, diciéndome cosas como “te amaré por siempre” o “si algo nos pasa, promete que aún seremos amigos, no quiero perderte nunca”. A lo que yo siempre respondí con una sonrisa diciendo “yo me encargo de eso…”
Si, estaba muy enamorado de ella. Si, me hacia tan feliz. Si, daba por hecho de que ella también era feliz conmigo…
Después de 23 meses como novios, ella terminó su relación conmigo. Dijo que se había vuelto rutinario y que ya nada era como antes, creía que debíamos darnos un tiempo para replantear las cosas.
Intenté ser maduro dominando y aceptando la situación. Admito que cuando ella se fue no paré de llorar. La amaba como a nada, pero no podía dejar bajo ninguna circunstancia que ella me viera mal.

-Ja ja ja, ¡y que lo digas, hijo! Fue hace solo un mes que te tuvimos aquí haciendo el ridículo toda la tarde cuando cantabas en el karaoke. Y cuando estuviste lo suficientemente borracho, pasaste toda la noche coqueteándole a mi esposa.- El cantinero destapó otra cerveza, entonces me la ofreció. Le di un pequeño trago y continué.

-Ayer volví a verla… Me citó para darme la gran noticia. Se enteró de que tenía dos meses de embarazo. Además me invitó a su boda. Será mañana, después de casi dos años de noviazgo con el amor de su vida. Como siempre intenté ser maduro, le dije que agradecía la invitación, que haría todo lo posible por ir, pero no aseguraba nada debido a que era tan repentina la invitación…
¿Ves esto, anciano?- Le dije levantándome un poco la manga del brazo izquierdo, y quitándome el guante que llevaba puesto- Esta fue la primera reacción que tuve al llegar a casa.- El cantinero se sorprendió, mi brazo tenía múltiples cortadas y rasguños, y mi brazo estaba lleno de cicatrices, la mayoría aún sangrantes por el rose de la tela del guante.

-No lo comprendo, ¿no se supone que ese…- El viejo sacó el maletín de primeros auxilios del bar, tomó mi mano y comenzó a curarla, mientras yo respondía la pregunta que había dejado inconclusa.

-Tal parece que nunca me tomo en serio. Y no la culpo, jeh, no soy precisamente el mejor chico del mundo. De este bar puedo nombrar por lo menos cinco sujetos por mucho mejores que yo- volteé a mirar las demás mesas (yo me encontraba en la barra). El lugar estaba casi vacio, solo había unos tipos insultándose entre ellos, haciendo estupideces. Regresé la mirada hacia el cantinero y con el pulgar señalé hacia atrás. –Esos cuatro sujetos de ahí y tú, viejo.- Le di otro trago a la cerveza, me puse a jugar de nuevo con el mondadientes y continué… -Pero, ¿sabes? No lo entiendo para nada. Supongo que la gente tiene razón en aquello que dice “Las palabras son solo eso: palabras”
Yo siempre creí que todo fue real, viejo, pero ella no lo tomó así. Supongo que después de todo, fue mi culpa por ser tan ingenuo y no darme cuenta. Pero lo que más me sorprende es su capacidad de no sentirse para nada inmutada con la situación. Lo hizo parecer todo tan real sin sentir ningún tipo de remordimiento aparente. Pudo haberlo dicho en su momento, hubiera aceptado que me lo dijera en su momento, antes de vivir tantas cosas juntos. Sí, me siento mal… pero no te puedo decir que me siento triste, porque no lo estoy. Solo se que me dolió pensar en que todo fue una mentira. Pero, ¿sabes? Detrás de todo este rencor, odio, indignación que siento hacia ella, detrás de todo eso, aún vive lo que alguna vez sentí por ella. Haré que ese sentimiento desaparezca, solo espero que no se convierta en odio de verdad, porque no terminará nada bien.-

La puerta del bar se abrió, una joven chica entró y caminó hasta la barra, sentándose. El cantinero, que ya había terminado de vendarme el brazo, me sonrió y me dijo que aguardara un momento, en lo que atendía a sus demás clientes.

Aquí estoy, de nuevo en el bar, intentando ahogar estúpidamente mis penas
en alcohol. Sí, amé a esa chica como a nada… Sí, me deprime pensar que todo lo que ella y yo vivimos fue una mentira…

¿Mi nombre? Me llamo Kamijou D. Tala, pero esto no es el final de mi historia. Fue una parte dolorosa, si, pero es solo una pequeña apertura a todo lo que se viene…



-Hola, mi nombre es Melissa, ¿tú como te llamas?- Me preguntó la chica que recién había entrado…